El Blog de Borges

De literatura y otras cosas... Bienvenidos.

 

miércoles, octubre 05, 2005

Novedades


Saludos... Hacía un tiempito que no escribía nada aquí. El texto que sigue es un ejercicio que tuve que escribir para el Taller de Narrativa. Se supone que sea un cuento de amor...

Recuerdos del retrovisor
Somethings are so much clearer
Once you see them
In a rearviewmirror
Eddie Vedder - “RVM”

Todavía recuerdo la noche antes de mi boda. Estaba un poco nervioso, pero decidido en hacer mi vida con Victoria. Teníamos casa donde vivir y yo comenzaba un empleo nuevo con una paga modesta, pero justa. Se me hizo difícil dormir y decidí caminar al café de la esquina que estaba abierto las veinticuatro horas.

Mientras cenaba, imaginé todo lo que podía suceder en los próximos años. Entre más pensaba, más cómodo estaba con mi decisión.

Había terminado de comer y tomaba mi segundo café cuando se sentó un hombre en el asiento opuesto al mío. Lo miré atónito y dije:

-Con su permiso, caballero, pero prefiero comer solo. Así que… -apunté hacia otra mesa, esperando a que se levantara.

-Sí, pero necesito hablar contigo –contestó-. No te asustes.

Era flaco, como de mi estatura con cabello castaño que llegaba un poco más arriba del hombro. Los ojos eran… raros; a veces parecían color marrón, otras verdes o azules. Recordé lo que alguna gente dice de los míos. Mi madre me decía que cambiaban de color según la ropa que tenía puesta. Parecía ser mayor que yo por unos siete u ocho años.

Tenía una camisa blanca con unos diseños negros, mahones y zapatos crema. No era de semblante peligroso. Aun así, me hacía sentir incómodo.

-Mire, señor. No quiero problemas con nadie. Sería mejor que…

-Es por tu bien. Te casas mañana, ¿no?

Me rebusqué para ver si había algo que lo indicara

-No te preocupes por cómo lo sé – dijo mientras se acomodaba mejor en el asiento, sin intención de irse-. Estás a tiempo para arrepentirte.

-Lo sé, pero no tengo por qué hacerlo. Amo a Victoria.

-Y Victoria te ama a ti, y el mundo es fantástico, van a superar cualquier dificultad, y estarán juntos por siempre, ¿verdad? ¿Crees ese cuento de hadas? Supongo que crees en superhéroes también…

-No, pero prefiero tener un poco de optimismo ante la vida. No quisiera terminar tan amargado como usted.

-No te cases con Victoria entonces. Sacó una cajetilla de cigarrillos del bolsillo. Eran de la misma marca que yo fumaba, dos años atrás. Encendió uno y exhaló el humo por la boca y la nariz hacia el techo. Parecía un triste dragón.

-¿Acaso la conoce? Ninguna mujer me ha tratado tan bien. Quiero estar con ella para siempre.

-No seas idiota. Nada es para siempre y lo sabes. Y, sí, la conozco. Mejor que tú.

De momento me sentí celoso. ¿Sería algún ex novio tratando de sabotear la boda?

-Mire, nada que diga me va disuadir, así que puede desistir de esa idea

-No entiendes. Ahora mismo todo se ve muy bonito. El cambio será gradual; ni lo vas a notar hasta muy tarde. Van a comenzar las peleas tontas por cosas insignificantes: no botaste la basura, no lavaste los trastes, no notaste que se cortó el pelo por dos pulgadas… así. Entonces tú te enfadarás porque ella gasta todo el dinero, porque no puede esperar salir de una deuda para meterse en otra, porque no quiere hacer el amor… De momento los dos harán estupideces para herirse y se acabará la ilusión. Terminarás como yo…

Pareció inflarse de coraje al comenzar el discurso y terminó con un suspiro patético. Me daba pena.

-Todo eso puede ocurrir, pero, ¿no habrán momentos felices?

Metió una mano en su cabello y apoyó el codo en la mesa. Con una voz pequeña, casi inaudible, dijo:

-El recuerdo de esos momentos será lo más daño que te hará…

-Señor, lamento su pérdida, pero tiene que levantarse y continuar. No soy tonto. Es muy posible que nada funcione como yo quiera, pero no puedo derrotarme antes de empezar. Sin importarme lo que pueda ocurrir, mañana me voy a casar. Si no funciona con Victoria, pues tendré que aprender a amar otra vez. Así como debe aprender usted.

Me levanté para irme y le puse una mano en el hombro. Miró a mis ojos y preguntó:

-¿Qué harías si te deja ahora?

La respuesta fue inmediata, sin pensamiento. Como un reflejo:

-Me olvido de ella y consigo otra.

-No te has acostumbrado a ella –dijo, aún triste, pero con una leve sonrisa-. A ver si puedo recordar ese sentir.

-Espero que sí. Suerte.

Soltó una carcajada que jamás olvidaré.

-Eso es como decirle a un fantasma que se cuide.

Lo dejé allí riéndose y partí a mi casa. El día después, me casé.

Jamás olvidé esa extraña conversación, aunque con el tiempo he dudado si ocurrió o no. Han pasado siete años desde esa noche y me doy cuenta de lo mucho que me parezco a él. Hasta he comenzado a fumar otra vez. Cada vez que sucede algún incidente como él lo predijo, comienzo a entenderlo mejor.

Vino con el pretexto de prevenirme del futuro, pero me pregunto si en verdad lo que quería era recordar el pasado.
FIN
30 de Septiembre de 2005, San Juan, PR